miércoles, 8 de julio de 2015

El don de la tranquilidad

Hay gente que lo tiene. Llámalo don, llámalo cualidad, como quieras, pero lo tiene. Y es una suerte, bueno quizá la suerte es tener a una persona que lo tenga.

No sabes de qué estoy hablando, ¿verdad? Bueno, empecemos por el principio. Tranquilidad.

No me refiero a una isla desierta en la que el único sonido que hay es el de las olas rompiendo en la orilla. Tampoco quiero que te imagines una noche de verano con un cielo tan limpio que las estrellas lo iluminan todo. Ni una tila antes de un examen. Ni una casa en medio de la montaña que convive con los pájaros de día y con el canto de los grillos por la noche. Ni tu canción favorita cuando no puedes dormir. Ni la intimidad de tu habitación o de tu casa.

Yo estoy hablando de una persona. De una persona que todos deberíamos tener al lado.

Y ahora seguro que sabéis de lo que hablo. Una persona capaz de darte toda la tranquilidad que necesitas sin mover un músculo. Porque vale que todas las cosas que he dicho antes te dan tranquilidad, pero esta persona es como tenerlo todo junto y al mismo tiempo.

Lo mejor de todo es que muchas veces no hace nada, absolutamente nada. Simplemente está. Tirados en la hierba intentando olvidarse de cualquier cosa, y no hace falta que abra la boca para que te haga sentir mejor que en esa isla, las estrellas no son nada comparado con la fuerza que te trasmite con la mirada, para no romper tu tranquilidad pero para darte la fuerza que necesitas para no perder los nervios.

Esa persona que te hace sentir como en casa, da igual si estás debajo de un puente, en medio de un fuego o al borde de un precipicio con cara de Thelma y Louis. Y no hay nada que dé más tranquilidad que estar en casa, ¿no? La tranquilidad y la seguridad de que vas a estar bien si camina a tu lado, aunque no te toque, ni te mire, ni te hable. Pero sabes que si lo necesitas lo hará, te fundirá en un abrazo que lo mandará todo a la mierda y te contará mil historias para que se te pase el miedo, los nervios y todo lo que dañe esa tranquilidad que todos buscamos.

En realidad, yo creo que todos la tenemos.

Y muchas veces esa persona no sabe que tiene el don, bien porque no se ha dado cuenta o bien porque somos demasiado cobardes para decirle que es playa, sin arena y sin sabor a sal pero con su tranquilidad, que es las estrellas que te hacen respirar más profundamente y sin miedos, el guiño que te quita los nervios antes de un examen, que es el sonido de los pájaros y de los grillos sin tener que ir a una casa rural en medio de la montaña más alejada, que es la sensación de estar en casa aunque no haya paredes ni tejado, es unos cascos con “la chica de ayer” con el volumen a tope. Que es quien te da toda la tranquilidad que necesitas para no volverte loco.



miércoles, 20 de mayo de 2015

DALE AL PAUSE.

Hoy, 20 de Mayo se celebra el día sin música. 24 horas de silencio en contra del 21% de I.V.A que sufre la cultura.  Varios artistas se han sumado a esta protesta y hoy no habrá ni un solo lugar en el que se toque música en directo; incluso alguno animó a la gente a apagar las radios y las diversas plataformas digitales en las que se puede escuchar música. Yo me uno a la protesta, a mi manera, con algunas de mis canciones y algunos de mis cantantes y grupos favoritos en esta entrada en el blog, aunque otras mil canciones y mil voces se han tenido que quedar fuera.

Este I.V.A ha hecho que la producción de actuaciones caiga en picado, que se cierren salas, empresas promotoras, que la gente ya no compre discos y que ni siquiera pueda permitirse ir a un concierto.
Y es que nos están vendiendo la cultura, la música en este caso, como un producto de lujo, y no lo es. Todos tenemos derecho a engancharnos unos cascos a las orejas y pensar que una  canción puede cambiar el mundo, a olvidarnos de todo mientras nos dejamos el alma en algún concierto. Y da igual la música que escuches: rock o pop, heavy o indie, rap o latino etc. Da igual lo que prefieras, Lennon o McCartney, la guitarra de Keith Richards o la armónica de Dylan. Da igual, en esto estamos todos de acuerdo. Yo no salgo nunca de casa sin los cascos y mi padre me contagió su pasión por la música desde muy pequeña. Y es que al fin y al cabo,  estamos hechos de canciones, de hecho siempre tenemos una para cada momento.

“Oigo música en todas partes, dentro de mi cabeza a cada instante”. Eso dice la voz de Carlos Tarque. Pero hoy no. Hoy esos ojos de gata no escuchan la voz de los Urquijo, Antonio Vega no nos habla de la chica de ayer y el submarino amarillo no va al ritmo de los Beatles. Tampoco presumirás de vivir like a rolling Stone con Bob Dylan, no tienes satisfaction pero no lo canta la voz de Mick Jagger. Hoy no sonará el ritmo del garaje con Loquillo, vuelan cien gaviotas pero no gracias a la música de Duncan Dhu. Por supuesto que no suena Radio Gaga por mucho que Freddie Mercury siga siendo el rey, y las caderas de Elvis no se mueven al ritmo del rock de la cárcel. Puedes andar por el bulevar de los sueños rotos, pero sin la voz de Sabina no es lo mismo. Gritas sufre mamón pero no te acompaña David Summers. Sabes que mil calles llevan hacia ti, pero hoy no te llevan hacia La Guardia. Hoy Sting no te manda su message in a bottle y Bowie no te da fuerzas con su we can be heroes just for one day. Hoy no seremos tan niños, tan locos, tan libres como una canción ni atravesaremos el viento sin documentos. Podemos hablar de ruina y espina, de polvo y herida, pero no es lo mismo. Podemos hacer de nuestra vida dos cometas, pero no suena igual, o dejar de lado la vereda de la puerta de atrás y gritar a los cuatro vientos que la luna nos sabe a poco, pero en silencio. Seguiremos  corriendo a contracorriente y siempre en zapatillas, pero no tiene sentido sin la voz de Dani Martin. Porque la música es lo invisible que mantiene este mundo girando.


Que no mueran nunca los cantantes.


lunes, 20 de abril de 2015

Memoria de un concierto: Leiva + Sidecars

Viernes. Después de dos meses con las entradas en la estantería por fin ha llegado el día y tras unas cuantas jornadas de lluvia sale un sol espléndido, no es casualidad. Te enfundas la camiseta de los Stones y las botas más cómodas que tienes, sabes que te vas a pasar más de dos horas saltando como loca; la suerte de que los teloneros te gusten casi tanto como el artista principal.

 Y una hermosa taquicardia te sorprende de camino.

Recuerdo varios años atrás, ese concierto de Pereza en el que Sidecars hacían el papel de teloneros, la primera vez que los escuché, fue amor a primera vista. Y así hasta ahora. Y otra vez teloneros, o sea disfrutar desde la primera vez que se apagan las luces del multiusos. Porque la luna llena nunca espera al sol pero yo si les esperaba a ellos. Y no era la única, sus canciones se coreaban como si los dueños de la noche fueran ellos. Con ellos jodimos el mito de los tortolitos y echamos a volar mientras venían los demás a nado. Pusieron la base para pasar una noche de película.



Pero las luces se tenían que apagar de nuevo, faltaba la guinda del pastel y él brilla con luz propia. ¿Sabéis lo que es tener los pelos de punta desde los primeros acordes de los cantantes hasta Lady Madrid? Una jodida pasada. Es de ciencia ficción. Como si el mundo hubiera desaparecido fuera. Y ya daba igual si afuera en la ciudad seguía lloviendo, porque el mundo está del revés pero con él buscamos cordura y una pizca de locura, y no dejas de soñar y escuchas una vez más, y sabes que ha llegado la hora de los leones, que es fácil perderse pero qué bueno verle. Y se mezclan las notas de “como lo tienes tú” con las de “Hey Jude”, y llega Lady Madrid y con ella empiezas a despedirte de una noche perfecta y pides que Leiva siga siendo Leiva, que se siga sacando canciones del sombrero, que no mueran nunca los cantantes y  que sigamos volviendo a casa sin voz y con los pies destrozados de tanto saltar.



EME.

viernes, 20 de febrero de 2015


Todos los niños crecen excepto uno... ¿Recuerdas?
No, seguramente no lo recuerdes o has decidido olvidarlo y crecer lejos de esa sombra rebelde.
Pero no crezcas, por favor. Madura, sí. Estudia lo que te gusta, encuentra un trabajo, independízate, forma una familia... lo que quieras. Pero no crezcas.
Cuando seas mayor vuelve a ser un niño, no dejes que la sombra vuele. No te olvides de que la magia existe, de que las decisiones importantes se toman deshojando una margarita o jugando a piedra, papel o tijera. Recuerda buscar figuras en las nubes y  salir a saltar en lo charcos cuando llueve.
Y si alguna vez se te olvida... Segunda estrella a la derecha y todo recto hacia el amanecer.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Carta a una amiga de la infancia.

Dicen que los verdaderos amigos se hacen en la infancia, cuando somos tan niños que nos da igual si alguien es rubio, moreno o pelirrojo, si es alto, bajo, delgado o gordo, si va vestido de una manera o de la otra. Pero también es verdad que esos amigos son los más difíciles de mantener, al fin y al cabo según vamos creciendo nuestros gustos y nuestra manera de ver las cosas pueden ser muy distintas de esa persona con la que sólo queríamos jugar hasta que se iba el sol; por eso es tan bonito saber que hay alguien que lleva en tu vida 20 años. ¿Los amigos de la universidad? ¿Del trabajo? Es muy fácil que estén contigo, se supone que a estos te los encuentras recorriendo el mismo camino que has elegido tú, lo importante es esa persona que está en el camino opuesto, pero está.

Y no es sólo el camino, son las piedras. Cuando tienes una amiga que no sólo comparte colegio contigo si no que por suerte, también es tu vecina y baja a tu casa y subes a la suya o la lías por los pasillos y los muñecos vuelan por las escaleras…primera piedra: deja de ser tu vecina, pero vale, sólo tienes que cruzar la calle para seguir compartiendo muñecas y esa casa gigante de la barbie y todavía queda el colegio. Segunda piedra: ya no está cruzando una calle, se aleja un poquito más y tampoco queda el colegio, cada una decide ir a un instituto diferente. Y realmente te das cuenta de que has elegido un camino en el que no ves el suyo y por cosas sin importancia ya no queda nada de ese recorrido que empezaste con ella, y esta es la piedra más grande de todas.

Pero tengo la suerte de haberla vuelto a encontrar por el camino.

Te podía decir todo esto a la cara mientras recordamos mil batallas pero sabes de sobra que siempre se me ha dado mejor escribir que hablar. ¿Sabes? Me he dado cuenta de que estaba en el camino que quería cuando me volví a cruzar contigo, ya sin colegio, sin muñecas,  con ventitantos, tú queriendo estudiar una cosa, yo luchando por otra, tan diferentes que cualquiera que lo vea desde fuera no se creería que somos amigas, 20 años, joder que son 20 años, con nuestras idas y venidas pero aquí estamos que es lo que cuenta. Que puede que tengamos maneras diferentes de ver las cosas pero siempre llegamos a un acuerdo, puede que tu prefieras una noche bailando como loca mientras que yo lo cambiaría todo por una noche de cine,  con gustos tas diversos que tú esperas un concierto de El Barrio mientras yo vuelvo a ser una quinceañera en uno de Dani Martín. Tenemos la suerte de que nada de esto importe.


Por último ballenita, gracias. Por hacer que no importe, por olvidar todo lo malo y volver como si nunca te hubieras ido.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Por el cáncer de mama, por ellas, por ella.

Son unas semanas especiales con monumentos teñidos de rosa y conciertos benéficos para recaudar dinero para la investigación del cáncer de mama. Cualquier homenaje es poco para las que están luchando contra él y para las que ya han ganado la batalla.
Desde la barrera es muy fácil alabar sus ganas de luchar, ver lo fuertes que son, pero vivirlo de cerca...es jodido, desde el momento en el que  se presenta en tu casa para decirte que tiene un bulto en el pecho y le tienen que hacer pruebas y cuando después el médico confirma lo que en el fondo ya sabía: cáncer de mama. Y empiezan sus tópicos: "Lo hemos pillado a tiempo, no pasa nada", "no te preocupes, este cáncer de cura", sí pero sigue siendo un puto cáncer. Y sabes que aparenta estar bien, que no tiene miedo, pero también sabes que llora cuando nadie la ve y se siente pequeña cuando está a punto de convertirse en la más grande.
Y la operación va bien, pero empiezan las sesiones de quimioterapia, una mierda que te deja como si te hubiera pasado por encima un camión, pero ese camión no pudo con esa sonrisa que nos regalaba a los que íbamos a verla. Y es que no es ningún tópico, los que están contigo te ayudan a pasar el bache.
Pero, ¿Sabéis? Nunca olvidaré su cara el día que volvió al trabajo, como el primer día de colegio, o de universidad; era síntoma de que ya estaba curada y ya podía hacer vida normal. No es ninguna mentira que un cáncer te cambia la vida, os juro que nunca la había visto vivir tanto como ahora, con tanta alegría, tanta fuerza y esos viajes con tantas ganas.
Pero estas guerreras os dirán que a parte de estas renovadas ganas de vivir también quedan secuelas, que han ganado, pero han perdido un pecho en la lucha. Hace poco la vi cambiarse de ropa porque no tenía lavada una camiseta para ponerse debajo ya que la que iba a ponerse tenía un poco de escote, para tapar su defecto dijo. ¿Defecto? No campeona, eso no es un defecto eso es como la medalla que le ponen a un militar cuando acaba de ganar una guerra, y eso que llamas defecto es la prueba de que tú has ganado.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Nos han vendido desde niños el cuento del príncipe azul, ese que vive en un castillo, cabalga sobre su caballo, va siempre perfectamente vestido...venga, ¿en serio? Vale, lo reconozco, a mí también me vuelve loca "Pretty Woman" y seguramente mataría para que un tío como Richard Gere subiera por la escalera de incendios con su vértigo en una mano y un ramo de rosas en la otra, pero aún así yo me quedo con la parte en la que ella le salva a él.

Ahora pensad en Disney, sin duda la cuna del príncipe azul, y tenemos ejemplos para aburrir: el príncipe que despierta a Blancanieves después de comer la manzana, el que libera a Aurora del sueño provocado por la rueca o el que rescata a Cenicienta de su madrastra, pero, ¿qué me decís de "la bella y la bestia"? él pierde el encanto cuando la bestia deja paso al príncipe, pero mi favorito es Aladín, precisamente porque no es un príncipe.

El príncipe azul ni es príncipe ni es azul. No vive en un castillo, seguramente viva en un piso en el centro con una terraza donde poder pasar las noches de verano o en una casa a las afueras con un pequeño jardín para tumbarte a ver las estrellas; tampoco vendrá en un caballo, tal vez en un coche de segunda mano con tu música favorita, en moto, o puede que en bici y tampoco va perfectamente vestido, llevará el pelo alborotado, unos vaqueros rotos, unas zapatillas desgastadas y la camiseta de su grupo favorito. Y esto, es mucho mejor que lo que nos han querido vender.